culpables

Estamos cansados de que se nos azuce y se no fustigue como a perros de presa. Hartos de que se nos instigue y se nos arengue como a soldados de infantería. De que se empeñen en dividirnos y enfrentarnos, de que se nos diga que hay dos Españas. De que intenten convencernos de que somos enemigos.

No somos enemigos. Somos compañeros, familiares, amigos y vecinos. No se puede ser de un partido político como quien es de un equipo de fútbol. No se pude justificar todo, ni defender todo, sea lo que sea, sólo por ser de un determinado signo. Ya no cabe la crítica o la divergencia sin ser tildado de facha o de rojo, dependiendo de la orilla. O estas con ellos o contra ellos. No hay postura moderada, ni reflexión, ni medias tintas. Qué inmadurez política. Qué lástima.

Los primeros culpables son los propios líderes políticos, Rajoy, Zapatero, que pretenden manipularnos y utilizarnos, llevarnos al extremismo para movilizarnos y conseguir más votos. Los resultados de estas pasadas elecciones lo confirman. Cada cual en su extremo, cada cual con su hermética realidad, incomprensible para el otro. Ni siquiera hablan el mismo idioma. No hubo debates, sólo mítines cifrados.

Pero los culpables más sonrojantes son los medios de comunicación. Periódicos, cadenas de televisión y de radio, no son ya sino plataformas propagandísticas de uno u otro signo, que ni se esfuerzan en ocultar su flagrante militancia. Dónde ha quedado el análisis, la interpretación objetiva, la neutralidad, la formación y la información. Sólo vemos y escuchamos consignas, descalificaciones, salidas de tono y llamadas a las trincheras. Dos de los máximos exponentes de esta indignidad se llaman Iñaki Gabilondo y Federico Jiménez Losantos. Culpables de haber abochornado y mancillado esta otrora magnífica profesión. Culpables de fracturar esta sociedad. Culpables de la más descarada e irresponsable parcialidad. Basta ya. No apelo a su moral, que dudo que conserven. Ni a su profesionalidad, que perdieron hace tiempo. Apelo a su vergüenza, si es que les queda alguna. Alejen sus sucias bocas maleducadas de los micrófonos. Flaco favor le están haciendo al país, y a la democracia. Dejen de insultar nuestra inteligencia. Déjenme tranquila España.